Padre
de bondad, éste día vengo ante ti reconociendo que tú eres el dueño de todo,
reconociendo que te necesitamos. Tú conoces las luchas de mis hermanos, tú
conoces los obstáculos que están enfrentando. Tú más que nadie los conoce perfectamente.
Pongo en tus manos sus finanzas, el fruto de su labor y trabajo, siendo ésta
una de tantas bendiciones que tú les has dado. No permitas Señor que el espíritu
del mal termine lo que tú con amor les has dado. Muéstrales con tu Santo
Espíritu, cualquier error que estén cometiendo, o cualquier influencia de
maldad externa que este obstruyendo tu bendición. Que cada centavo ganado sea
proveniente de una labor digna de ser admirada y digno de tu santo Espírito, así
mismo, sea gastado de forma tal, que no perjudique con vicios ni frivolidades que
no convienen a nuestro espíritu. Gracias por tu bendición del trabajo y el
fruto que recibimos de él. Amen.
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